Si hay algún lugar en el mundo al que se le pueda reconocer con plena legitimidad una tradición sagrada, éste es El Himalaya.
¿Por qué a lo largo y ancho de sus valles ha florecido la cultura de la no-dualidad que ha señalado a millones de peregrinos la dirección certera hacia la esencia?
Viajar al Himalaya de Nepal es un camino en el que la consciencia del viajero se ve acrecentada, instante a instante, por esa sensación de sincronicidad que impregna al viaje de misterio y profundidad.
El hecho de contemplar el amanecer del 1 de enero y ser bañado por primeros rayos de Sol, no es una anécdota más; en realidad, es un rito que rebosa de propósito, apertura y presencia.
El equipo de la Escuela de Desarrollo Transpersonal ha realizado ya más veinte viajes, afinando rutas y convocando a grupos de sherpas, guías y porteadores con los que nos une un gran vínculo de amistad.
Las caminatas contemplativas y la grandeza de los procesos internos no se pueden minimizar; los peregrinos respiran, sienten, y toman aquellas decisiones internas respecto a sus vidas que convierten su viaje en “un antes y un después” para el resto de su existencia.
Apuntarse a este viaje es decir "si" a una vivencia de vínculo y transformación que la vida nos invita a vivir cuando se cruza la oportunidad en nuestro camino.