Con gafas graduadas

Gafas graduadas

Nuestro cerebro crea patrones que determinan nuestros hábitos y condicionamientos. La neurociencia ha demostrado que nuestros patrones repetidos de pensamientos y acción activan nuestro sistema nervioso, las sinapsis se conectan y esos patrones neurológicos se refuerzan: las neuronas literalmente crecen en esa dirección.

Cuando practicamos el tenis, llegamos a anticipar el golpe de nuestro adversario casi antes de que la pelota salga de su raqueta. A partir de la práctica surge el hábito, y ambos pueden ser modificados mediante un entrenamiento constante, reprogramando nuestro sistema nervioso. Así, si practicamos estar enfadados, la mínima señal disparará nuestro enfado.

Encontramos aquello que vamos buscando

Normalmente damos por buena nuestra percepción de las cosas, sin plantearnos siquiera que pueda no ser un fiel reflejo de lo acontecido. Sin embargo, nuestra aparentemente neutra percepción está muy mediatizada por nuestras ideas, creencias y expectativas. A esto le llamamos nuestro filtro mental. El grado de apertura y limpieza de este filtro determinará el grado de distorsión o fidelidad de la experiencia directa que tengamos.

Este filtro mental que, a modo de gafas, llevamos puesto por la vida, está construido a partir de nuestras experiencias pasadas, en su mayoría archivadas a un nivel inconsciente y fuertemente arraigado, que no solemos poner en cuestión porque aporta un grado considerable de seguridad y coherencia. Pero si constituye un sistema muy rígido puede funcionar también como un elemento limitante priorizando ciertas experiencias sobre otras.

Los componentes de este filtro son los que guían nuestro camino, favoreciendo aquellas percepciones que tiendan a confirmarlo y desechando las que lo pongan en cuestión. Forman nuestras opiniones, creencias, convicciones, puntos de vista y experiencias pasadas y futuras, de modo que suponen un eficaz método de supervivencia, pero en cierto modo limitan nuestra vida. Nunca podremos prescindir totalmente de ellos, pero si hacerlos conscientes.

Existen dos cosas muy distintas: la realidad y nuestra percepción de la realidad. Cuando el ser humano es inconsciente, está convencido de que su percepción de la realidad y la realidad son la misma cosa. Sin embargo, desde los primeros momentos del trabajo consciente sobre uno mismo, descubrimos que, en efecto, la realidad y nuestra percepción de la realidad pueden ser dos cosas muy diferentes.

Annie Marquier

Hemos construido el contenido de nuestro filtro mental sobre nuestra educación y experiencias en la vida grabándolas en un lugar profundo de nosotros mismos. Las damos por válidas sin ser ni siquiera conscientes de ello, con lo que la mayoría de las veces contemplamos la vida a través de las brumas de nuestras experiencias pasadas, las proyecciones de nuestros temores y el recuerdo de nuestros dolores emocionales.

Nos ponemos en contacto con la realidad como “creemos que es”, fruto de una percepción deformada e inconsciente: una persona miedosa, verá a su alrededor múltiples motivos de amenaza, una persona prepotente detectará continuamente los signos de que los demás valen menos.

Así, cada uno de nosotros en cierto modo “crea” su propia realidad, y cuanto más experimentamos la vida a través de nuestro filtro mental, más lo reforzamos. Solo vemos aquello que podemos ver, que está en sintonía con nuestro tamiz mental y nos lo confirma.

Encontrad aquello en lo que creéis más firmemente en este mundo, lo que os parece absolutamente verdadero e indiscutible. Cuando lo hagáis, habréis encontrado vuestra última ilusión, la actual, la que encierra vuestro espíritu.

Robert Monroe

¿Llevas tus gafas graduadas?

El primer paso para “salir de la trampa” de nuestras programaciones, creencias, huella de experiencias pasadas o miedos inconscientes, es reconocer que caminamos por la vida con gafas. El segundo paso será graduar las gafas, esto es, aprender a elegir y cambiar conscientemente nuestros sistemas mentales por otros que nos permitan responder serena y equilibradamente a los avatares de nuestra vida. Entonces podremos actuar a partir una visión libre, creativa y clara, con la que adaptarnos inteligentemente al momento presente y conseguir una experiencia amplia y ecuánime.

No se trata de rechazar todo contexto de pensamiento ni de convertirse en una pluma zarandeada por el viento, sin opiniones ni puntos de vista, sin sistema de pensamiento propio, con la postura del cínico o escéptico que todo lo pone en duda y así se inutiliza para cualquier acción. Se trata de desarrollar un estado de consciencia que nos permita reconocer el funcionamiento de nuestra mente y de sus programaciones, de forma que podamos situarnos en un espacio de libertad interno que nos permita utilizar en cada momento los contenidos mentales que creamos válidos y adecuados para nosotros.

Cuando reconocemos que nuestra percepción de las cosas es limitada, otra verdad se abre paso en nosotros: que nuestra reacción emocional, física y mental ante la vida dependen de nuestra forma de percibirla. Es entonces cuando podemos decidir experimentarla de otra manera.

Ser consciente es tu naturaleza, y su cultivo es la senda hacia “tu mejor versión”. Date la oportunidad de mirar en tu interior y decidir si quieres “graduar tus gafas” y actuar a partir de una visión nítida que te permita ensanchar la experiencia.

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