Cultivar la silenciación y el aquietamiento a través de la meditación

Cultivar la silenciación y el aquietamiento

Eestado de silenciación y aquietamiento interno forma parte esencial de la práctica meditativa. El silencio consciente comienza como una decisión libre y deliberada. Estsilenciación, en verdad, no consiste en la mera ausencia de sonidos o palabras, sino que empapa todo el estado interior de nuestra mente, propiciando un estar en contemplación 

Cuando sobreviene el silencio psicológico se revela la Verdad. 

Consuelo Martín 

 

Evidentemente, al sentarnos a meditar detenemos las palabras, sin embargo, el impulso verbal, ese “discurso interior” tan familiar, continúa en la mente.  

Sucede algo así como cuando vamos en un autobús y, de repente, éste da un frenazo que nos impulsa hacia delante. De la misma forma, cuando frenamos el discurso verbal, observamos que la voz mental sigue activa, e incluso es impulsada con fuerza, fruto de la inercia.  

Nuestra actitud silenciosa y aquietada observa todo esto sin tomar partido, sin aferrarse o rechazarlo, simplemente dándose cuenta. Cuando la observación silenciosa va penetrando la actividad cerebral, ésta cambia notablemente.  

En este sentido, sucede que no solo se da una disminución en la actividad de las zonas periféricas del cerebro, sino que además éste se sumerge en una actividad completamente distinta, que hoy día es objeto de numerosos estudios neurológicos que confirman cambios radicales en la propia organización de la consciencia. 

 

Los ríos más profundos son los más silenciosos 

Quintus Curtius Rufus. Historiador Latino, S. I 

Uno de los principales malentendidos de la práctica meditativa ha sido el considerar que ésta consiste en detener la voz mental, o “dejar la mente en blanco”, como suele decirse.  

Este malentendido ha generado ciertamente mucha frustración, e incluso el abandono de la práctica de la meditaciónen muchos practicantes.  

Nos hablan de cultivar el silencio y entonces tratamos de acallar la voz mental; de alguna manera, lo estamos forzando. Pero la silenciación no es algo que se pueda forzares algo que sucede, paradójicamente, cuando cesa el esfuerzo. 

Inicialmente, esto nos puede traer cierta confusión: por una parte, existe una intención deliberada que surge de lo profundo por desplegar este estado de silenciación en nuestra relación con el mundo, y con nosotros mismos; por otro, esto no implica un esfuerzo, no depende la voluntad egoica de “quiero silenciarme”. 

La práctica del aquietamiento interno propicia, gradual y pacientemente, el discernimiento de ambos aspectos, con clara simplicidad. 

La silenciación interior, fruto de la observación

 Mientras permanecemos en el Observador–Testigo durante la meditación, permanecemos atentos y atestiguamos con neutralidad el dentro y el fuera. Paralelamente, estamos cultivando el silencio interior, la presencia, la atención sostenida al momento Presente. 

Aprender a observar es aprender a silenciarse; no a dejarlo todo en silencio, sino a contemplar desde el silencio.  

Los pensamientos pueden fluir en la mente, pero al observar con ecuanimidad, nos asentamos en el ser profundo, en el más íntimo silencio. Desde aquí, observamos el mundo “exterior” silenciosamente; también observamos interiormente de igual manera: las sensaciones, las emociones, los pensamientos, estados…  

Este observarse internamente es de gran relevancia, puesto que en el proceso uno logra distanciarse de lo que observa y, en este distanciamiento, por cierto, sucede algo clave: la desidentificación, el progresivo desapego de los procesos psicoemocionales. 

 

El secreto de la vida se revela ante aquellos ojos que no se hallan empañados por el apego 

Tao Te King 

 

La mente es inquieta por naturaleza, así que no es necesario preocuparse por la mente; en meditación, sencillamente, llevamos la atención hacia el silencio interior, hacia el cauce, y entonces la mente fluye por sí sola, apaciguando su corriente naturalmente…  

No es que le hagamos nada a la mente, únicamente dejamos de alimentar su corriente, dejamos de apegarnos o resistirnos a ella, sin más, y entonces el estado de consciencia silenciado se revela de manera natural. 

 

No soy mi mente, aspiro a ser como el cauce del río, presente, acogedor, protector y viendo los problemas pasar 

Dicho zen 

 

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