La respiración como ancla
A lo largo de este artículo profundizaremos en el maravilloso mundo de la respiración, descubriendo la información que nos aporta acerca de nosotros mismos cuando la escuchamos con curiosidad y atención. A menudo pasamos por alto la gran importancia que tiene la respiración en nuestras vidas. Inspiramos y espiramos de forma automática sin ser conscientes del gran valor que ésta acción espontánea e incontrolada conlleva, y sin darle la atención que se merece.
Sin duda la respiración es la función más importante en la vida. Podemos estar días sin agua o sin comida, pero sin respirar todo se acaba en minutos. La respiración es la primera y última manifestación de la vida, nos acompaña a lo largo de nuestra travesía, siendo testigo de nuestro aprendizaje: Inspirando hondo antes de enfrentarnos a una prueba, conteniendo el aliento ante una película de terror, volviéndose sutil cuando besamos, abriéndose y expandiéndose en los momentos de mayor alegría y encogiéndose en situaciones dolorosas, suspirando en la tristeza o permaneciendo ausente por un instante ante un resplandeciente amanecer…
Comenzamos a ver cuando somos capaces de detenernos. Thich Nhat Hanh
La respiración tiende un puente de comunicación entre nuestro mundo interior y el mundo exterior. Durante el proceso respiratorio se produce un intercambio metabólico con la Naturaleza: en cada inspiración introducimos en nuestro cuerpo aire del que seleccionamos fundamentalmente el oxígeno, en la espiración expulsamos sobre todo CO2, que para nosotros es desecho, pero que sin embargo sirve de alimento a plantas y otros seres vivientes, que a su vez se desprenden de las sustancias que nosotros necesitamos para nuestro proceso metabólico. Así es la fascinante cadena que nos une a la vida.
De alguna forma, el aire que hoy “nos respira” lo heredamos de nuestros antepasados y será el que legaremos un día a nuestros descendientes
Durante nuestra infancia respiramos plenamente, con el vientre relajado, todo nuestro cuerpo se mueve al unísono en una danza armoniosa, libre y natural. De esta forma, nuestras células se encuentran felizmente nutridas. Pero a medida que crecemos y nos vemos expuestos a presiones de nuestro entorno, queriendo cumplir con las expectativas tanto familiares como sociales, enfrentándonos a situaciones emocionales difíciles e intentándonos adaptar continuamente a estos rígidos patrones de vida, nuestra respiración se ve alterada inconscientemente en respuesta a esta perpetua situación de estrés, dando lugar a alteraciones salud. El ajetreo de la vida cotidiana hace que la pausa respiratoria desaparezca literalmente.
Muchas culturas consideran a la respiración el movimiento del espíritu en la materia. A través del tiempo en diversas culturas el proceso de respiración siempre fue considerado inseparable de la salud, la conciencia y el espíritu. En la respiración, la inhalación es el crecimiento, la exhalación es el decaer. La pausa entre ambas es el existir.
Mediante técnicas sencillas tomamos contacto consciente con el cuerpo y la respiración, y otras más avanzadas que nos llevan a estados profundos y alterados de conciencia. Actualmente existe un gran número de investigaciones y técnicas que profundizan sobre la respiración, y pueden ayudarnos a experimentar y a aumentar nuestra visión psico-física.
Mediante la respiración consciente, se obtiene equilibrio físico y mental y armonía interior. Conecta lo consciente con lo inconsciente, es mediadora entre cuerpo y mente. La respiración errónea contribuye a bloquear los sentimientos.
Físicamente, se trata de una respiración abdominal y diafragmática que relaja el plexo solar. La atención en la respiración nos trae al momento presente y como consecuencia nos permite contactar con nuestro ser interior. Nos relaja, principalmente durante la exhalación, aquieta nuestra mente y consigue que nos retiremos del enredo mental de los pensamientos, que “paremos la máquina de pensar” unos instantes. Se trata de una herramienta para disminuir el estrés y para acceder a un nivel importante de calma mental.
Si observamos nuestros patrones de conducta y cómo estos interfieren con nuestra respiración, encontraremos un “punto de encuentro” entre nuestra respiración inconsciente (mente, preocupaciones, deseos, luchas…) que nos condicionan y limitan, y nuestro poder de ejercer una respiración consciente. En ese punto de encuentro está la senda hacia la interiorización, el silencio y la calma.
La respiración superficial deriva de una experiencia igualmente superficial de nosotros mismos. Dennis Lewis
Para no quedarnos estancados y experimentar una verdadera transformación es necesario reeducar nuestra percepción, aprendiendo a experimentarnos de un modo completamente nuevo y desde una perspectiva desconocida. Para esto la respiración consciente es una excelente senda.
Si nuestra respiración es agitada, entrecortada, irregular o ruidosa seguramente nos sentiremos asustados, enfadados o nerviosos. No existe la posibilidad de estar respirando profundamente, lenta y conscientemente, y a la vez sentirnos desbordados por el enfado, el mal humor o el estrés. Nuestra forma de respirar en un estado de serenidad no corresponde a la respiración que tengo cuando estoy estresado.
Aprender técnicas de respiración nos ayudará a manejar situaciones estresantes y a la vez tanto nuestra salud física como mental se verán mejoradas. Cuando vivimos una situación de estrés no nos detenemos a pensar qué estará pasando dentro de nuestro cuerpo. Nuestra atención está dirigida al problema externo del momento, lo que no significa que nuestro cuerpo no sea afectado. Respirar de manera consciente nos lleva a espacios desconocidos, niveles de conciencia más profundos, donde reposan infinitas posibilidades que pueden contribuir a nuestra plenitud.
Te proponemos que pares un momento a contar unas cuantas respiraciones completas inhalando y espirando por la nariz. Se entiende por respiración completa el proceso que incluye inhalación y exhalación. Cuenta cada respiración en el momento en el que te encuentres soltando el aire y procede a numerar interiormente al exhalar vaciándote totalmente.
La cantidad de aire que inhales depende de tus ritmos, pero es recomendable que al principio procedas a inhalar un poco más de aire de lo que tomarías de forma natural, de forma que alargues el tiempo dedicado a la exhalación sintiendo mientras te vacías que también disuelves las tensiones acumuladas en el cuerpo.
Es posible que en los comienzos del ejercicio, sientas que se agolpan pensamientos pendientes, y que tu conciencia se ve invadida de algún contenido que te cause cierta ansiedad. No importa, permite que aflore y sigue adelante observando no sólo que tu mente es capaz de estar atenta a la numeración progresiva, sino que además permanece consciente de pensamientos y sensaciones que simultáneamente “caben” en el espectro de tu “darte cuenta”.
Recuerda que, aunque tratas de no despistarte siguiendo el curso de tus pensamientos, lo importante es darte cuenta de que te has despistado cuando esto sucede y, de esta forma proceder a regresar al eje de tu atención. Cada desatención observada, supone un pequeño “despertar” del automatismo de nuestra corriente de pensamiento…
La práctica del silencio auto-consciente trabaja en los niveles más profundos de tu inconsciente.