El amor cambiará el mundo

–El amor como el verdadero impulsor de nuestro crecimiento y desarrollo transpersonal–

¿Quién no ha anhelado alguna vez vivirse con más amor? Y… ¿quién no ha experimentado una enorme expansión cuando el amor le visitaba o, por el contrario, cierta sequedad cuando éste parecía estar ausente?

Aunque la palabra amor todavía genera ciertos recelos a la hora de pronunciarla por sonarnos a veces demasiado azucarada, no cabe duda de que, a poco que observemos, comprobamos que el amor es un verdadero generador de vida, fuerza y crecimiento, así como el impulsor de nuestro desarrollo.

En realidad el amor, más allá de ser un sentimiento, representa el verdadero motor evolutivo de nuestro desarrollo como seres humanos. Gracias al amor crecemos, realizamos nuestro potencial y a la vez inspiramos el bienestar de los demás.

Gracias al amor, asimismo, expandimos nuestra identidad en ese proceso de desarrollo transpersonal por el que nuestra mirada se amplía hacia el núcleo esencial de la existencia. Pero es que el amor, además, es un factor clave en la evolución de la Humanidad.

Según afirma el neurobiólogo alemán Gerald Hüter:

“El mundo es como es gracias al amor y no a la competitividad”

Una afirmación que conforme se comprende y cultiva, conduce a un cambio de paradigma. En este sentido, la tan conocida idea darwiniana: “sobrevive el más fuerte” –idea que, por cierto, ha tenido repercusión no sólo en la teoría evolutiva, sino en el seno mismo de la sociedad productiva y del consumo–, queda ya un poco desfasada dado el actual desarrollo transpersonal de la humanidad.

Hüter, Catedrático en Ciencias Naturales y doctor en Medicina, director del Centro de Investigación de Prevención en el ámbito de la Neurobiología de las Universidades de Gotinga y Mannheim-Heidelberg y preside la fundación humanista Sinn-Stiftung y uno de los sabios que asesoran a la canciller alemana, Angela Merkel, va mucho más allá al sostener que el amor es lo que mantiene cohesionado al mundo y que éste evoluciona gracias al amor.
(Artículo: Un mundo en evolución gracias al amor – El Mundo)

¿Qué es en realidad el amor?

Es posible que muchas personas todavía asocien el amor con un estado de exaltación pasajera. Tal vez pensemos incluso que el amor es un sentimiento relegado únicamente a la familia y a relación de pareja, es decir, de carácter exclusivo y excluyente. Es posible, asimismo, que creamos imposible el sentir amor sin la presencia de alguien especial…

Pero el Amor, con mayúsculas, va más allá de un sentimiento. En realidad, desde la perspectiva transpersonal, el amor es un estado de conciencia.

Como dice José María Doria, el amor es un eco de la esencia que tiene fundamentalmente que ver con un@ mism@; es decir, con el despliegue de la identidad transpersonal, una identidad más amplia y profunda que se revela o sucede de dentro a fuera y cuando llega su momento. 

“El amor no es tan solo una oleada de sentires, sino un eco de la esencia. Es por ello que no está sujeto ni a los giros de los ciclos ni al vaivén de las mareas. El amor nace desde el corazón y es un estado profundo de conciencia, un estado no condicionado que va más allá de las cualidades proyectadas en la persona amada.”       

José María Doria

En el camino de la vida, del mismo modo que crecemos y nos desarrollamos, nuestra forma de amar también evoluciona.

Esta evolución corre paralela a la expansión de la autoconsciencia del ser humano, un proceso en el que atravesamos las diferentes capas de cebolla, hasta vislumbrar que el amor no tiene que ver con un objeto, sino con un estado del ser, con una cualidad del corazón que se despliega naturalmente de dentro a fuera.

Descubrimos entonces que el amor, en realidad, poco tiene que ver con el anhelo de que nos amen para cubrir las propias necesidades, viviéndonos desde el “te quiero porque te necesito”. Un anhelo éste muy lícito, pero que corresponde a los niveles en los que el amor cubre carencias: “yo te quiero para que tú me des; si tú no me das lo que yo espero o necesito, el amor se termina”.

Al tiempo que la dimensión transpersonal se despliega en el corazón y el cerebro de un ser humano que comienza a ampliar la mirada más allá “del propio ombligo”, el amor aparece como una forma de ser y estar en el mundo, una actitud que no excluye ni exige, sino que reconoce, como señala Tich Nath Hanh, la interdependencia que nos mantiene unidos a los demás y a todo.

Este amor consciente es el verdadero transformador individual y colectivamente. Desde este nivel de amor comprendemos que la superación del sufrimiento deviene como resultado de un proceso de transformación interna. Observamos que las heridas de nuestra alma se sanan con amor, y que éste actúa a modo de combustible para el imparable proceso de desarrollo que nos fundamenta.

Observamos asimismo que descubriendo y cultivando el amor, sintonizamos con el sentido profundo de nuestra vida, y desde ahí nos convertimos en generadores de su descubrimiento en otros.

Y tal vez suceda que de pronto, un día, todos los seres humanos nos reconozcamos en la interrelación con toda la humanidad y escuchemos el anhelo profundo. Será éste un momento intuido por todos en el que realizaremos la misión que traemos impregnada en nuestro corazón. Ese día tal vez comprenderemos profundamente aquellas palabras:

“Cuando el ser humano necesita un milagro, Dios le envía el amor”

 

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Darina

Darina Nikolaeva

Área de comunicación de la EDT
Coordinación formación continua