El Jesucristo Transpersonal, por José María Doria

El Jesucristo Transpersonal

He titulado este libro como El Jesucristo Transpersonal porque lo he escrito en gran parte para evocar una figura arquetípica de amor y lucidez para personas que están atravesando el desierto del descreimiento y nihilismo espiritual.

Reconozco que la sociedad actual disfruta de comodidades tecnológicas increíbles, pero a nivel significativo parece estar en la “travesía del desierto”.

Muchos de quienes transitamos este período, o que lo hemos transitado, hemos sentido sed de metáfora, de sentimientos de compasión, de valores poéticos y de vínculos profundos. Aspectos desde los que elevar la mirada y sentirse de nuevo habitándose en el ser esencial que, a veces, asomó y nos maravilló, pero que no tardó en sumergirse.

Se me ocurre pensar que este planeta se parece a una colonia para amnésicos tratando de alcanzar el recuerdo. Se diría que una gran parte de la Humanidad vagamos dormidos tratando de reconocer que somos algo más que este pequeño yo dualista y separado en el que vivimos encapsulados.

El subtítulo Un bidón de agua para atravesar el desierto hace referencia al “desierto” como el espacio interior de superficialidad y miopía competitiva en la que vagamos gran parte de nuestra vida. Es decir, un estado sin propósito último ni sentido existencial en el que deambulamos dormidos como supervivientes emocionales.

Observo que como humanidad hemos madurado en la conquista de la razón, pero hemos pagado el peaje de haber construido una sociedad estresada, superficial y “chata”.

“El agua para el desierto” es el mensaje que en este caso he rescatado del evangelio. El bidón contiene cuarenta frases de Jesucristo, frases sin fecha de caducidad, cuyo significado permite transmutar la aridez de la mirada plana.

Cada una de las frases encarna una máxima desnuda de dogma y de creencias ideológicas en la que posar la mirada y caminar un trecho cultivando compasión y confianza. El bidón que las almacena propone una aventura en cuarenta días para calmar la sed que tan a menudo experimentamos al atravesar frustración, desidia y duelo.

Intuimos que, apostando por el crecimiento interior, estaremos sembrando la serenidad que nos torna capaces de reconocer la fertilidad del conflicto, al tiempo que tendremos la certeza de que, pase lo que pase, aquello que viene es mejor que lo que se va.

Quizás una vez transitado este ciclo evolutivo que un gran número de personas actualmente enfrentamos, no hagan falta grandes palabras, ni oraciones, ni ejercicios. Tal vez estaremos preparados para recrearnos en la vacuidad radiante de nuestra verdadera naturaleza

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Extracto del prólogo El Jesucristo Transpersonal. Un bidón de agua para atravesar el desierto, de José María Doria

 

 

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