¿Cómo se lleva tu niño interior con tu pareja?

El niño interior representa nuestro ser emocional, y cuidar ese niño es esencial para tener una relación de pareja sana y duradera.

Este verano, en la Sierra de Guadarrama, conocí a una pareja de ancianos que llevaban juntos casi setenta años.

Yo les llamo Carl y Ellie, como la pareja protagonista de la película Up!

Mientras esperaba a su marido, la mujer me contaba que tenía 89 años y que era tres años más joven que él. Habían subido a visitar el Residencial de los Padres Agustinos.

– “Mi marido camina muy despacio; yo, en cambio, estoy más ágil”, me decía.

– “Así que ha venido usted acompañando a su marido”, le dije.

Entonces ella, con una gran sonrisa, me miró a los ojos y añadió:

– “No, no…, nos hemos venido acompañando el uno al otro”.

Recuerdo la emoción que me inundó ante esa respuesta, mientras me hacía estas preguntas:

¿Cuál era su secreto para ser felices y estar tantos años juntos?

¿Por qué hay parejas que se mantienen sanas y felices y otras en cambio se terminan?

Mientras los observaba caminar lentamente entre los árboles, apoyándose el uno en el otro, intentaba descifrar el misterio.

Yo creo que el secreto está en que durante todo este tiempo los cuatro han conseguido llevarse muy bien.

¿Los cuatro?

Digo “los cuatro” porque cada uno de ellos traía un pequeñín dentro, muy dentro, de cada uno.

Carl y Ellie nunca olvidaron las Cataratas del Paraíso, ese destino fantástico que los unió cuando eran niños, y que estaban seguros que alcanzarían algún día.

Ellos nunca abandonaron, ni olvidaron, a ese niño que vive en cada uno de nosotros.

Ese pequeñín es nuestro niño interior, nuestra niña interior, y representa nuestro ser emocional.

Todos llevamos dentro al niño que fuimos un día, y cuidar ese niño es esencial para tener una relación sana de pareja.

El Niño Alegre y El Niño Herido

El arquetipo del niño representa el impulso más fuerte e ineludible de cada ser, el deseo de realizarse a él mismo.

Carl Gustav Jung

Nuestro niño interior constituye esa parte inocente y espontánea de nosotros mismos.

Todos nacemos con la capacidad natural de amar; tanto para amarnos a nosotros mismos, como para amar a los demás. Pero para desarrollar esta capacidad, tenemos primero que sentir que nos dan amor.

Por esos es tan importante el cuidado físico y emocional que recibimos de nuestros padres, así como de las personas que nos cuidaron.

¿Qué ocurre si no sentimos que nos dan amor?

Cuando no recibimos todo el amor que necesitamos de nuestros padres, nos desconectamos con mayor facilidad de nuestra esencia y de nuestro auténtico ser.

Si no podemos recibir ese amor, tampoco podemos llenar nuestro tanque de amor personal; es decir, nuestro tanque de amor propio, el amor que nos damos a nosotros mismos.

Y sucede que ese tanque de amor, cuando está vacío, nos causa una herida interna…, y dolor.

Ese dolor es el que crea otra parte del niño interior, el niño interior herido.

La mayoría de nosotros en la infancia tuvo heridas emocionales que, si no pudo solucionar en su momento, aún están vivas en nuestro interior.

La buena noticia es que ahora, de adultos, podemos intentar comprender lo que le pasa a nuestro niño interno para sanarlo.

Cuando sientas una emoción negativa, pregúntate por qué te sientes así y trata de comprenderte. Cuando sientes dolor, es porque tu niño interior necesita amor y aceptación.

De este modo, al lado de nuestro niño interior inocente y espontáneo, que representa el amor que somos, también vive un niño interior herido que representa el amor que no pudimos recibir.

El niño interior alegre y espontáneo nos habla de la unidad con la Fuente, mientras que el niño interior herido nos habla de la separación de la Fuente.

El niño interior y la pareja

¿Qué ocurre con nuestro niño interior cuando tenemos una pareja?

…Que nuestro universo de emociones se multiplica por dos porque tenemos que tener en cuenta, además de las emociones propias, las emociones de nuestra pareja.

De esta manera, en la relación de pareja vivimos y compartir momentos agradables, y entonces sucede que disfrutamos de la alegría de estar juntos.

Detrás de estos momentos se expresa el niño interior sano y feliz que aporta valor a la vida conyugal.

Pero en pareja también vivimos discusiones y momentos de tensión que alteran esa sana convivencia que todos deseamos.

Detrás de estos momentos desagradables hay un niño interior herido y temeroso que tiende a sabotear la convivencia.

La relación que existe entre nuestro niño interior y las relaciones de pareja es un vínculo muy poderoso.

Tengamos en cuenta que antes de ser adultos y formalizar una relación de pareja, fuimos niños y niñas que se alimentaban de las emociones de los padres, así como de todas aquellas personas adultas que formaban parte de nuestro particular universo.

¿Quienes fueron, por tanto, nuestros primeros modelos de pareja?

…Nuestros padres.

Toda relación de pareja comienza con papá y mamá. Para la mente infantil no existe otra realidad que la que representan los padres.

Y sucede que cuando iniciamos el camino del amor, éste conlleva aprender a amar no sólo a la parte adulta de nuestra pareja, sino que también al niño o niña que ésta trae consigo de fábrica.

Si en nuestra familia hubo espacios en los que compartir las alegrías y también las tristezas de la vida, así como espacios de comunicación, entonces es más probable que nuestro niño interior genere una idea armoniosa o sana de lo que es una pareja.

Si en nuestra familia de origen hubo gritos y discusiones constantes, y sentíamos miedo o nos hacíamos responsables de lo que ocurría, entonces es más probable que nuestra forma de vincularnos y de entender la pareja conlleve más quebraderos de cabeza, al menos en las etapas iniciales.

Nuestra primera idea de la pareja se creó en la infancia, mirando a papá y mamá.

Toda la información de la que se empapa el niño o niña durante las primeras etapas de la vida, constituyen para él o ella la única verdad existente.

Hay, por lo tanto, un poderoso vínculo entre nuestro niño interior y las relaciones de pareja.

Solo podemos dar a nuestra pareja el amor que tenemos dentro, ese amor contenido en el “tanque emocional personal”.

Ese tanque de amor propio pudimos llenarlo, o no, cuando fuimos niño.

¿De qué manera podemos saber si nuestro tanque de amor está lo suficientemente lleno?

Observando la relación entre nuestros padres, apreciando la manera como ellos nos veían y descubriendo como los vemos a ellos.

Si queremos hallar la respuesta de por qué nuestras relaciones de pareja no son satisfactorias, tal vez deberíamos mirar primero en nuestra familia y, como comentamos anteriormente, observar los modelos de pareja que tuvimos durante las primeras etapas del desarrollo.

“Y con la leche templada y en cada canción”, como dice Serrat, nuestros padres nos van transmitiendo sus frustraciones.

…De este modo vamos llenando el tanque de amor de la mejor manera posible.

 

¿Cómo podemos cuidar a nuestro niño interior?

 

Abandonando tus creencias infantiles puedes salir de ese estado de inmadurez en el que amas como un niño asustado que no puede ver la verdad.

Eva Pierrakos

El trabajo con el niño interior consiste en ponerse en contacto con aquellas etapas de nuestra infancia que nos causaron un dolor que no pudimos manejar porque éramos muy pequeños.

Sanar nuestro niño interior es revivir de nuevo el pasado para dejar salir el dolor que aún nos sigue afectando en el presente.

Pero también tenemos que recuperar a nuestro niño interno feliz, sano y sin miedo; porque esa parte de nosotros nos dará la fuerza necesaria para abrirnos a la vida como adultos responsables.

Cuando estamos en pareja, el niño herido puede aflorar de las profundidades de nuestra conciencia y demandar toda nuestra atención.

Si somos consciente de ello, podremos oír su voz pidiendo ayuda.

Abrazándolo y sanándolo, podemos sentir plenamente el impulso de la vida fluyendo de nuevo en nosotros.

Dentro de cada uno de nosotros hay un niño que grita:

“¡Escucha! Estoy harto de que me ignores día tras día. Vas a trabajar, sales con amigos, duermes, comes, vives tu vida como si yo no existiera. 

Solo alguna vez me oyes cuando estás triste o en cama, pero en verdad, ¿te importo? ¿Te preguntas alguna vez qué es lo que yo quiero? 

He estado esperando a que me reconozcas, mis padres empezaron por olvidar partes de mí. 

Soy tus sueños, tus sentimientos y fantasías; yo soy esa parte de ti a la que le gusta jugar; a la que le gusta ser abrazado y que le digan “te quiero”; soy el niño que llevas dentro; yo soy tú.

No me importa que ahora seas adulto. ¿Por qué esto iba a significar que te tengas que olvidar de mí?”  

Bruce Davis 

El niño interior herido es nuestra parte vulnerable, solitaria y dolorida; esa parte que se creó una armadura para protegerse del exterior, así como del miedo de ser de nuevo herido.

Esa parte herida y asustada aún vive dentro de nosotros. Se mantiene inconsciente o semiconsciente, esperando a ser reconocida e integrada.

Ese niño herido aún está esperando que su dolor sea sanado. Y es desde la madurez como podemos integrar y liberar ese dolor.

Porque ya somos adultos, ya crecimos, como Wendy al final de Peter Pan. Nos hicimos mayores y aprendimos a relacionarnos con el mundo exterior a través de nuestros personajes y de nuestra íntima coraza.

Ha llegado el momento de rescatar a nuestro niño interior. Aprendamos a escucharlo, y podremos comprender por qué en ocasiones repetimos modelos de pareja que nos dañan o crean conflicto.

La vida es un devenir. Todo lo que sucede en nuestra vida tiene una razón de ser, y comprenderlo es el primer paso para transformar aquellos patrones de comportamiento que nos causan dolor.

Cuando observaba a la pareja de ancianos caminar con lentitud entre los árboles de Guadarrama pensé también en mi vejez.

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Terapia Transpersonal

 

Escrito por:

Francisco Javier

Francisco Javier Gutiérrez

Terapeuta Transpersonal

Especialista en Terapia Transpersonal de Pareja