Iniciación a la Meditación Transpersonal
Para animar a quienes sientan interés y cierto grado de “llamada” hacia la meditación, compartimos esta Guía de iniciación a la Meditación Transpersonal. En ésta explicamos los pasos básicos para comenzar con la práctica; y clarificamos, asimismo, algunas dudas y mitos en torno a la meditación. Al final del artículo te podrás descargar GRATUITAMENTE la guía.
Para la tradición zen, la meditación es, ni más ni menos, una cita con la vida. Desde la perspectiva occidental, la práctica del sentarse en silencio y observar pensamientos, emociones y sensaciones físicas, es una puerta a un mayor bienestar y equilibrio.
En cualquier caso, en palabras de Kabat-Zinn:
“Sentarse a meditar es un acto radical de amor”
En realidad la palabra “meditación” ya no es para nadie extraña hoy en día. De hecho se podría decir que este término casi forma parte del vocabulario popular.
Muchas son las personas que quieren acercarse a la práctica meditativa, intuyendo tal vez los beneficios que ésta conlleva para la vida cotidiana del practicante. Y muchos se preguntan, asimismo, cómo comenzar a meditar.
En este caso, la respuesta es muy sencilla:
“A meditar se aprende meditando”
Y es que meditar es, en cierto sentido, como ir al gimnasio: lo hacemos sin pararnos a pensar demasiado en “si apetece o no apetece”, o en si “lo hago bien o no”… Sencillamente, cogemos la bolsa de deporte, y vamos al gimnasio o a correr, nadar, etc. Lo hacemos porque sentimos que es bueno y porque nos sienta bien.
Con la meditación sucede lo mismo: te sientas 25 minutos, para luego seguir con los quehaceres cotidianos; sin más.
Sucede que, progresivamente, notamos que algo muy dentro cambia. Los cambios que experimentamos fruto de la práctica de la meditación son invisibles al inicio, pero en poco tiempo notamos cómo los beneficios comienzan a revertir en nuestra vida.
Ahora tan sólo queda escoger el lugar y el momento… sentarse con la espalda erguida, respirar lento y profundo tomando consciencia de cada respiración, relajar el cuerpo, alejar los hombros de las orejas… Atestiguar cómo los pensamientos van y vienen, acoger amorosamente cada sensación y emoción… Abrir un espacio interno a lo que hay, soslayando juicios y resistencias… Ahora tan sólo queda sentarse a MEDITAR.