La espiritualidad como puerta al encuentro con uno mismo

Sobre la evasión espiritual y otros ámbitos de la Terapia Transpersonal

El proceso de ampliación de la consciencia es básicamente un camino hacia dentro de uno mismo; esto conlleva una aventura en la que, como en todo viaje iniciático, atravesamos tanto territorios oscuros, como otros luminosos.

El destino de este viaje es religarse con la esencia como identidad mayor.

No existen atajos que permitan “saltarse” los paisajes menos agradables del viaje. En este sentido, lo que se entiende comúnmente por ‘espiritual’ puede a veces encubrir una evasión de aquellas fuentes de dolor que precisan ser abordadas en el camino de la maduración personal.

Por ello, convendrá discernir la fina raya que separa el síndrome de la evasión de la vivencia transpersonal.

En realidad, para saborear la dimensión esencial de la existencia no es preciso excluir ni tapar aspectos sombríos de la propia persona que, a menudo, precisan de un trabajo paralelo a nivel terapéutico.

El denominado camino espiritual no es una “pastilla” que tomamos para quitarnos el dolor, sino un proceso de autoconsciencia por el que reconocemos nuestra identidad profunda.

Cuando el dolor es evadido mediante la absorción de ideologías y doctrinas que anulan nuestro discernimiento, estamos haciendo un baipás; es decir, un pasar «por al lado de», sin afrontar realmente aquello que inquieta, pero que tanto nos transforma cuando es mirado.

El mundo mágico y la regresión infantil que a menudo dicho baipás conlleva suponen poner el poder “fuera de uno mismo”, es decir, en aquellos objetos y formulaciones a los que responsabilizamos de nuestros estados. Tales creencias, y las necesidades que de ellas derivan, son propias de los estadios iniciales de conciencia. Bien

sabemos que el tramo del camino que cada cual está recorriendo merece reconocimiento y respeto. De hecho, las creencias que se albergan en cada nivel son precisamente aquellas que necesitamos, aunque a menudo sean «pan para hoy y hambre para mañana».

Sin embargo, y conforme el ser humano avanza y progresa, sabe que la responsabilidad está en su propia interioridad, y que nadie puede confrontar sus fuentes de dolor como uno mismo y, en todo caso, con el apoyo de una buena psicoterapia.

En verdad, tanto la espiritualidad sin psicoterapia como la psicoterapia sin una práctica atencional, contemplativa y silenciosa pueden resultar dimensiones incompletas.

José María Doria. Las 40 Puertas

El camino requiere de coraje para descubrir (quitar coberturas), integrar y trascender. De hecho, lo espiritual señala hacia el ser profundo que está más allá de lo religioso, ya que trasciende credos y dogmas, apuntando directamente a la íntima desnudez y universalidad.

Por todo ello, es importante que el Terapeuta Transpersonal esté capacitado para reconocer cuándo existe evasión espiritual; de esta forma, podrá discernir cuándo es necesaria una mirada sanamente confrontadora de aquello que se ha “tapado” por carecer de recursos para gestionar un duelo.

La verdadera espiritualidad no es un Nirvana ni un subidón. Ha estado bien soñar, pero nuestra época pide a gritos algo que nos llegue hasta las entrañas y dejemos de tratar lo espiritual como “un andar picoteando superficialmente”.

La auténtica espiritualidad no es un atisbo ni un quedarse dulcemente colgado, ni tan siquiera una burbuja de inmunidad, sino un inmenso fuego de liberación que nos proporciona luz y calor para la sanación y el despertar que necesitamos.

Cualquier sendero espiritual que no trate las cuestiones psicológicas con auténtica profundidad y en más contextos que en el estrictamente

“espiritual”, está sentando las bases para una evasión.

Robert Augustus Masters. El Bypass Espiritual

Esta confrontación no está exenta de compasión y comprensión hacia la necesidad de evadir aquello que tal vez es demasiado doloroso de sostener aún.

En este proceso de auto consciencia, la persona descubre que la espiritualidad no habita en ningún sistema de creencias o prácticas externas, como tampoco en la necesidad de ser diferente a como se es, sino en el propio Ser, tan incluyente como esencial.

En definitiva, se puede decir que el camino de autoconsciencia no se recorre a través de la negación de nuestra condición humana con sus luces y sombras.

En realidad, es abrazando nuestra humanidad como de forma natural se ensancha la identidad, dando espacio a una mirada inclusiva que va más allá de las dualidades de la mente pensante.

Terapia Transpersonal