La falta de atención como oportunidad en la actividad física

¡Cuántas veces nos cuesta cambiar nuestro estado de ánimo, gestionar mejor nuestro mundo emocional, concentrarnos en nuestro deporte o actividad física, estar simplemente viviendo en atención plena y disfrutar!

En ocasiones, es como si nuestro cuerpo fuera por un camino, las emociones por otro y la mente por un tercer sendero -con su típica rumiación-. El que tengamos cierta experiencia en nuestro deporte, incluso, puede perjudicarnos al dejar de prestar atención a lo relacionado con la sutileza de la práctica, al ir automatizando las conductas de ésta.

Suele suceder que, en algún momento, nos solemos dar cuenta de que mientras estamos practicando algo no está yendo ido bien, sin saber realmente por qué. A veces, observamos que nuestra mente no ha parado de dar vueltas durante la mayor parte del tiempo que ha durado dicha actividad. Quizá, otras veces, experimentamos incómodas lagunas mentales: he estado disperso, no me he dado cuenta de cómo sentía el cuerpo, no he sido consciente de alguno de los ejercicios que he hecho …

Probablemente, la mente nos haya jugado una mala pasada al observar que no hemos estado aquí y ahora con lo que estábamos haciendo. En esos momentos, la mente permanece distraída en otro instante diferente al que está aconteciendo, ya sea del pasado o del futuro -recordando o generando expectativas-. Incluso, puede suceder que nos esforcemos en querer ir en una dirección durante nuestra práctica y, paradójicamente, consigamos resultados completamente contrarios a nuestra intención inicial.

La característica principal de la teoría del proceso mental irónico, desplegado desde el inconsciente, es definida como la tendencia a sentir y, a veces, actuar y/o pensar en modo opuesto a la dirección que se pretende. Lo podemos haber sentido, por ejemplo, en momentos en los que hemos intentado concentrarnos en la práctica y no hemos podido: a la hora de realizar algún gesto técnico, de regular la intensidad de realización del ejercicio, de discernir la situación de juego que se estaba produciendo, etc.

Es como si algo externo estuviera afectado a nuestra mente, limitando la capacidad de atención para no llevar a cabo nuestro cometido. Sucede en tales casos que no dejamos de pensar, justamente, en aquello que evitamos y que menos nos favorece en ese momento. Con este mecanismo inconsciente en funcionamiento, estaremos avivando la llama de la llamada “rumiación” del pensamiento al no alcanzar lo pretendido, obsesionándonos y frustrándonos, incluyendo el aumento de las consiguientes sensaciones y emociones no deseadas. En otras ocasiones, no hay mecanismo irónico, sencillamente la mente ya está distraída de por sí en algún momento del pasado o del futuro, “rumiando” aquello.

“A lo que te resistes, persiste.” Carl Jung

Es aquí donde Mindfulness incide directamente, como proceso de ensanche de la capacidad de estar atentos y enfocados, a través de técnicas que facilitan una mirada profunda hacia el interior, como pueden ser el escáner corporal o la atención en la respiración antes de iniciar una tarea motriz, comer con atención, disfrutar de los aromas, sabores y texturas de un Stop Mindfulness; realizar un trote recuperativo poniendo atención a la pisada y al contacto con el suelo, sentarse a meditar antes y después de la práctica deportiva…

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