Si orientamos nuestra vida hacia el aprendizaje integral, es decir, hacia el crecimiento personal y la expansión de la consciencia, estaremos invirtiendo en Valores del Ser. Un patrimonio intangible que, lejos de ser susceptible de pérdida o deprecio, con los años, sucede que, paradójicamente, crece y se revaloriza. Y así como el mundo del tenernos lleva a la dimensión cantidad, es decir, a la contabilidad y al afán de provecho personal, la orientación al ser nos relaciona con la cualidad de las cosas, con el significado de las mismas y con la relación de utilidad que mantenemos con ellas.
¿Podemos garantizar que seguiremos disfrutando de los bienes que hoy disponemos?
La actual sociedad de consumo gira obsesiva alrededor del tener, pero ¿acaso seguimos creyendo que “teniendo más” nos garantizamos la paz y el bienestar? Aquel bebé que un día fuimos vivía tan sólo para comer. Para el niño, el mundo se reduce al alimento, es decir, a la acción de succionar y adquirir. Y aunque parece que nos hemos hecho grandes, seguimos impactados por las ofertas y envoltorios brillantes en una compulsiva carrera de “consume y acumula”.
¿Tener y Ser? Las dos caras de la moneda.
Si ponemos la mirada tan sólo hacia el tener dinero, tener cosas, tener personas, tener imagen, tener fama y poder… nuestra vida no sólo se centrará en una adictiva necesidad de adquirir, sino que cualquier pérdida que suceda nos ocasionará molestas frustraciones y duelos insospechados. Si ampliamos nuestra vida al Ser, hacia el desarrollo de la Inteligencia y la Sabiduría, hacia la capacidad de ser útiles a los demás y de ser más sanos y conscientes, cada paso que demos nos pertenecerá y nada ni nadie nos lo podrá mermar.
El desarrollo personal es la inversión que nos hace más valiosos. Se trata de un bien intangible que, cada vez, se puede disimular menos y que a todas partes se lleva puesto. Podremos envejecer o perder seres queridos, salud… sin embargo nuestra inversión en sabiduría será algo que nadie, por más que nos robe, nos podrá arrebatar.
“Invierte en aquello que un naufragio no te pueda arrebatar”
La observación interior, las ciencias del Yo y la Meditación, nos abren la primera puerta del aprender a aprender. Más tarde, podremos poner atención en aspectos tales como cultivar su mente, viajar y observar otras costumbres y abrirnos a la diversidad de amistades. Invertiremos en practicar deporte, yoga o tai chi, en desarrollar el arte de conversar, indagar y dedicar tiempo a estar con nosotros mismos. Nuestro patrimonio ético crecerá si aprendemos a expresar el sentimiento y el afecto, a ejercitar la creatividad y a cultivar el Espíritu. Y detrás de todo crecimiento, observaremos que existe un deseo de incrementar la capacidad de servir a los demás. Un sendero interior que da sentido a la vida. En realidad, estamos hablando de algo que no puede comprarse con dinero ni ser arrebatado con un golpe de poder e influencia. Se trata del arte y la capacidad de ser feliz.
Tal vez, lo que buscamos al acumular riqueza desde el “nunca es bastante”, es garantizarnos un sentimiento de seguridad. Sin embargo, a veces olvidamos que el dinero no es la única solución, ya que no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita. Tal vez, olvidamos llegar a ser ricos en tiempo libre y en relaciones sinceras. Ricos en saber reír y llorar con el corazón abierto que no es otra cosa que ricos en salud física y mental.
El tener sin el ser recuerda a un ave que trata de volar con un ala menos desarrollada que la otra. Sucederá que, por más que se esfuerce y mueva sus extremidades, dará vueltas en círculo sin avanzar ni progresar. Sucederá que, cuando se dé cuenta de su estéril esfuerzo, procederá a equilibrar ambas.
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“Déjate encontrar por el sentido profundo de tu vida.”
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Vivimos en la sociedad de la inmediatez, de la oferta caduca y de la repetición automatizada que alarga las agonías… En realidad, no es raro que pasemos de puntillas por la vida y nos sentimos vacíos de sentido… Por ello, hemos creado este espacio para alinearnos con el propósito de vida, en conexión con nuestra propia misión que vive impregnada de entusiasmo por vivir y servir