La vida humana empuja hacia delante

 

Descubrir la propia vía ante la diversidad de caminos

La histórica necesidad de “tener a raya nuestra parte animal” proyectó un Poder Superior cuyo castigo tuviera que ver con el más allá de la muerte. La religión primitiva ha cumplido el papel de hacernos conscientes de la intención y consecuencias de nuestras acciones más secretas. Además, ha sido un camino para religarnos con un Principio de Orden Superior y una fuerza organizada ocupada de transmitir y nombrar nuestra relación trascendente con el Espíritu y de señalar la Bondad, el Amor y la Belleza como estados superiores de conciencia.

Al “quedarnos sin religión”, cancelamos nuestra relación con el Espíritu provocando un vacío de trascendencia, ignoramos cómo acceder hacia la esencia y desconocemos qué ritos u oraciones nos entonan con esa Inteligencia Superior sin caer en sectarismos e ideologías fanáticas.

Del mismo modo que gestionamos nuestro desarrollo material y tejemos la red de nuestros afectos, también conviene aprender a recorrer los caminos que trascienden nuestra lógica y que nos permitan una expansión sostenida de la consciencia, alcanzar la paz y la lucidez que anhelan nuestras almas y conectar con el sentido profundo de la existencia.

En nuestros días todo lo que precisamos es a la carta, incluso el modelo que uno necesite proyectar de Dios dependiendo del grado evolutivo que se posea. Pero lo cierto es que la esencia es la misma en todos los clichés de la Historia y todas las imágenes divinas acaban generando la misma experiencia de amplitud y el mismo deseo de bien. Tal vez, merezca la pena no quedarnos pasivos ante la nueva diversidad de caminos, sino más bien descubrir nuestra propia vía que permita mejorar las condiciones de vida sobre el planeta.

Seamos fundadores de nuestra propia religión personal. Salvador Pániker

Una creación de “cinco estrellas”

La obra de arte más importante de la vida es la que uno hace con su propia persona. Dar forma consciente al propio ego y enseñarle a vivir feliz es, sin duda, una creación de “cinco estrellas”. El hecho de ser capaz de captar las opciones más productivas y sabias de nuestro yo es la obra maestra por excelencia. Una obra de satisfacciones infinitas y cuya duración es de por vida.

Para construirnos un buen yo-persona conviene empezar por visualizarlo como una “obra acabada”. De la misma forma que un arquitecto hace los planos en los que aparece un edificio, nuestro artista interno elige las formas que desea para su persona plasmándolas en los “planos de la mente”. Conforme comienzan las ideas a concretarse, también inicia el mágico proceso de creerse el diseño que anteriormente emprendió como una locura.

La creación del yo es una obra mágica tan sólo coartada por algo tan virtual y efímero como nuestras creencias limitadoras que podemos superar por el noble arte de autoimaginarnos más allá de ellas. Tras ello encontraremos a disposición toda una Tecnología de la Transformación para ser competentes en concretar la propia utopía.

Tengamos en cuenta que la imaginación es la herramienta de la que se vale nuestro propio “yo futuro” para nacer. Concedamos espacio para que se revele en “el plano de nuestras formas” el niño creador que en esencia somos, en vez de rebajarlas como haría un “realista a la antigua”.

Cualquier piedra es un diamante para el que sabe ver. Anónimo

La creatividad es el verdadero milagro

Todo proyecto de creación de riqueza supone un proceso de imaginación y trabajo creativo. Incluso en las condiciones más adversas, la vida humana no ha dejado de empujar hacia delante instando a resolver cada nueva situación. Quizá el verdadero milagro está en la inspiradora llegada de ideas y motivaciones que, con nuestro posterior trabajo y elaboración, aportan la prosperidad y el bienestar que merecen nuestras vidas.

La imaginación creadora, rompiendo los viejos límites y saltando hacia un adelante tan nuevo como audaz, supone uno de los grandes alicientes de nuestra mente. Esta capacidad de superación se pone en evidencia con la llegada de cada cíclica crisis económica que hace aflorar insospechadas potencialidades en quienes las enfrentamos. Cada cambio nos impulsa a resolver la incertidumbre y a ensanchar horizontes creadores de bases de la futura prosperidad.

Es imposible solucionar los problemas económicos con dinero. Los problemas económicos se resuelven con imaginación. Anthony Robbins.

Tarde o temprano superamos el “dependiente parasitismo de quien nos protege”. Llega un momento en el que comenzamos a aportar a la sociedad lo que llevamos dentro y la Vida nos devuelve multiplicada la energía y nos proporciona oportunidades que nuestra supervivencia y desarrollo evolutivo precisan. Son instantes especiales en los que percibimos la llegada de algo parecido a un milagro. Momentos en los que sentimos que todo encaja fluyendo por sí solo, sin casi intervención ni esfuerzo.

Cuando el móvil de imaginar está fuertemente anclado al deseo de servir a su propósito esencial se ponen en marcha energías transpersonales que pueden brotar hasta del propio futuro. Tal vez lo único que podamos afirmar es que cuando nos planteamos crear soluciones estamos invocando una energía disponible en el Universo que, en forma de ideas y motivos, suponen en realidad el verdadero maná al que aspiramos desde nuestra plena independencia.

Hablamos de una Gracia espiritual capaz de resolver paulatinamente los tres problemas que todavía enfrenta la actual humanidad: la ignorancia, la enfermedad y el hambre. Tres amenazas que no se resuelven con la aportación del Banco Mundial o la llegada de avatares salvadores, sino con conocimiento, imaginación y generosidad. El dinero es una energía de capacidad cuyas leyes de llegada a nuestra vida no siempre tienen que ver con la lógica mecanicista. Es por ello que su virtual poder reside más en los planos mentales que en el Banco de la esquina.

La mirada objetiva, estática, cosificada a la que nos tiene acostumbrados el llamado realismo científico, comienza a tambalearse a la luz de nuevos saberes que van desde la neurociencia a la transpersonalidad, y de la física mecánica a la física cuántica. Somos energía. Todo puede explicarse en términos de campos de energía y su fuerza transformadora. También los fenómenos mentales como el pensamiento o la creatividad pueden ser interpretados en términos de flujo de energía, un constructo tan útil como la motivación, la inteligencia, la creatividad o el rendimiento.

Saturnino de la Torre

 

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