El ego es un mono que salta a través de la selva:
totalmente fascinado por el reino de los sentidos,
cambia de un deseo a otro,
de un conflicto a otro,
de una idea centrada en sí misma a la siguiente.
Si lo amenazas, realmente teme por su vida.
Deja partir a ese mono.
Deja partir los sentidos.
Deja partir los deseos.
Deja partir los conflictos.
Deja partir las ideas.
Deja partir la ficción de la vida y de la muerte.
Permanece simplemente en el centro, observando.
Y después olvídate de que estás en él.
Lao Tse
El desarrollo transpersonal desbroza el camino de la conciencia de unidad como nivel interior
que trasciende las dualidades y mareas propias de la percepción dividida de la conciencia egoica.
Trabajemos conscientemente en la formación de un buen ego. Un ego sano, fuerte y consciente. Y desde el conocimiento de dicho ego, expandamos la conciencia hacia el Testigo transpersonal desde el que observar la dualidad y la contradicción de su mente egoica.
El hecho de madurar emocionalmente es una asignatura de la evolución y un requisito previo de la Paz Profunda. ¿Espiritualidad? Sí, tendiendo la mano al ego terrenal.
Desde la inteligencia transpersonal desarrollamos la visión integral que contempla la moneda entera,
con ambas caras. En el centro puro de una rueda que gira, no hay movimiento. Eso somos. Comprobamos también que en el centro del huracán no se mueve una brizna de yerba. Eso somos: consciencia nuclear o testigo neutro y desapegado que es quietud.