En el cuerpo humano es el ritmo cardíaco el que marca el paso a todo el sistema. El latido rítmico del corazón influye sobre los procesos cerebrales que controlan el sistema nervioso autónomo, la función cognitiva y las emociones. Rollin McCrat
Al entrenar nuestra atención podemos más fácilmente situarnos en ese espacio que define nuestro corazón: el espacio físico y emocional ligado a él. Podemos “respirar desde el corazón” para así entrar en una respuesta de coherencia cardiaca que armonice nuestro ritmo corporal. La respiración consciente es un potente elemento equilibrador de nuestra actividad nerviosa autónoma, que nos permite entrar en un estado de coherencia que sincroniza los ritmos más importantes de nuestro organismo: ritmo cardiaco, ondas cerebrales, presión arterial… Cuando se produce esta sincronización interna, podemos de manera más sencilla y sin resistencias dejar marchar los pensamientos y las emociones estresantes y perturbadoras.
Están ampliamente documentadas las influencias de la práctica del mindfulness en nuestro ritmo cardiaco. La evidencia científica muestra cambios en el diálogo constante que mantienen entre sí las dos ramas de nuestro sistema nervioso, el central y el autónomo. Este diálogo es el responsable en último término de las oscilaciones en el ritmo cardiaco, de forma que, si lo optimizamos mediante la práctica continuada de Mindfulness, el ritmo del latido de nuestro corazón se va asentando en una coherencia habitual.
El objetivo de la práctica de coherencia cardíaca es entrenarnos para regular la tasa de variabilidad neurocardiovascular de nuestro corazón y poder así mantenerla en cualquier situación.