A poco que pongamos atención y observemos con más detenimiento, descubriremos que detrás de la palabra “hambre”, puede haber toda una variedad de sensaciones y experiencias.
Comer cuando se tiene hambre y dejar de comer cuando uno está saciado parece lógico y natural, sin embargo, en la práctica, esto no es tan sencillo ni tan inmediato, y seguro que podemos reconocernos en algunos de estos comportamientos: comer, aunque nos sentimos llenos, privarnos de comer aun sintiéndonos hambrientos, acabarnos la comida del plato sólo por no tirarla, aunque no nos apetezca, etc.
Cuando hablamos de “hambre” en realidad estamos aludiendo por tanto a una experiencia. El hambre acontece como un conjunto de sensaciones, pensamientos y emociones en el interior de nuestros cuerpos, mentes y corazones.
Al observar con atención, podemos darnos cuenta de que, en realidad, lo que deseamos conseguir a través del acto de comer tiene que ver más con lo emocional. Quizás deseamos sentirnos reconfortados, entretenidos, estimulados o calmar un estado de ansiedad o de insatisfacción general y utilizamos la comida con ese fin.
Se trata de observar las sensaciones físicas, al tiempo que nuestros pensamientos y emociones, de manera que vayamos descubriendo cuál es, en nuestro caso particular, el origen de ese impulso que llamamos hambre y que nos lleva a comer, ampliando poco a poco nuestra comprensión sobre la experiencia completa.