VIAJE AL CORAZÓN DE BULGARIA…Y AL PROPIO

VIAJE AL CORAZÓN DE BULGARIA

Orfeo toca su gaita y se abren ante él las puertas que unen el Nirvana y el Samsara, dando paso aun fluir incesante de sueños aletargados que se despiertan, entremezclan, complementan, abrazan y danzan al son de un sinfín de rondas alrededor de las llamas. Mientras tanto, desde el firmamento observa San Lorenzo esta apertura transformadora y sintiendo todavía el fuego consumir su cuerpo y sus emociones, deja brotar de sus ojos lágrimas que tiñen el cielo de estrellas y constelaciones .

Brillantes luciérnagas que surcan la noche con traje de cola y dibujan un sendero de plata que muestra a la Luna el camino hasta el Sol, para que juntos contemplen el rostro milenario de esta tierra sobre la que han habitado Tracios, Romanos, Búlgaros, Otomanos y que paso a paso fueron trazando el mapa que muestra la senda hasta el corazón de su admirable grandeza.Triángulo de energía donde el tiempo se detiene, donde fluye la vida, donde el espacio y el alma se expanden ante una mirada consciente y sincera, brindando al que la contempla un trocito del Paraíso que Dios puso sobre la Tierra.

Corazón abierto, confianza infinita y un hilo de aceptación que va cosiendo y sanando las heridas que las agujas del tiempo no han curado todavía.Se escucha la voz del Universo, melodía divina que los dioses regalaron al ser humano para deleitar sus almas y avivar la llama que ilumina sus vidas.

Música que hace vibrar de emoción hasta el mismísimo corazón de piedra de este gigante postrado al borde del vacío que se abre bajo sus pies y que cada noche sueña con volver a sentir sobre su cuerpo los pasos y las caricias de sus ancestros.

Ave Fénix que resurge de sus cenizas tras una y otra conquista. Águila que despliega sus alas negras y blancas, alzando el vuelo sobre el seno de las montañas, bañando con su luz los cuerpos enjutos, verdes y yertos de miles de espectadores silenciosos que con sus dedos tratan de tocar el cielo y aferrarse a los efímeros cabellos de las nubes, que al igual que sus raíces buscan ganar tiempo para calar más hondo en las entrañas de las montañas y así poder seguir atestiguando y nutriéndose de la vida y la belleza que de su vientre manan.

Espectadores de piel cuarteada que sienten correr la magia de Bulgaria por sus venas, y que cual savia les alimenta y les insufla fuerzas para dar gracias infinitas por ser parte de este TODO, de esta tierra de milenaria sabiduría, de ofrendas de leche y miel a la Madre Naturaleza.

Tierra que abre sus brazos y acoge de igual manera, con hospitalidad y alegría, a quienes nacieron en su seno y al que desde tierras lejanas se aventura a acercarse a ella, penetrar sus bosques, cruzar sus ríos, conocer sus secretos y sentir en sus corazones el misterio que desprende este lugar de ensueño, en el que los peregrinos se sienten en todo momento arropados dulcemente por el cálido abrazo de los Balcanes, los Rhodopey sus gentes.

Un abrazo que te mece, que te invita a la experiencia y te hace abrir tu corazón, como rosa en primavera, permitiendo que su aroma se expanda y se propaguen  su esencia y su frescura dejando al descubierto la belleza más pura, ofreciendo lo mejor de ti, gritándolo a los cuatro vientos para que embriague con sus efluvios a los peregrinos sedientos. Lobos exhaustos que al caer el sol y acabar la jornada se reúnen bajo las estrellas a disfrutar de la velada y a compartir los frutos que durante el día brotaron de sus almas.

Pepitas de oro que ofrecen a sus compañeros, quienes escuchan sin juicios, atentos y con el corazón abierto, bajo la mirada compasiva del macho y a las hembras alfa, tres almas hermanadas que velan en todo momento por el bienestar de la manda y que han guiado sus pasos a lo largo de esta fantástica e inolvidable cruzada. Un viaje al corazón de Bulgaria, un viaje al corazón propio, un viaje de vuelta a casa. Bulgaria, un paraíso en la Tierra que no deja indiferente, que toca tu alma y tu corazón y te cambia para siempre.

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Escrito por:

Mariate M.F.
Aprendiz de Vida y Educadora Mindfulness