Vive relaciones pacíficas en tiempos de tormenta

 1ª clave: “Somos sistémicos, somos en relación”

En este tiempo, en el que la convivencia con las personas que nos rodean se da las 24 horas del día, quizás nos resulte algo complejo gestionar las relaciones y, a la vez, nuestro mundo emocional.

Quienes están viviendo este confinamiento en soledad, seguramente también experimentan momentos de dificultad para encontrar un poco de paz dentro del movido mundo emocional, o para encontrar un “oasis de silencio” dentro del incesante “ruido” de la mente.

¿Cómo lidiar con este gran reto?

¿Podemos sacar algo bueno de todo ello?

¿Es posible convivir pacíficamente, tanto con la “familia externa” como con la “familia interna”?

¿¿Qué es esto de la familia “interna”??

De todo ello hablaremos en este artículo, que es el primero de varias entregas.

1ª clave: “Somos sistémicos, somos en relación”

Solemos definirnos a nosotros mismos como si fuéramos de una sola manera, y nuestra personalidad fuese una especie de “bloque sólido y unificado”; sin embargo, esta forma de entendernos está muy lejos de la complejidad del “mundo interno” que nos conforma.

En realidad, en cada uno y una de nosotras habita una gran “comunidad” de sentimientos, creencias, formas de percibir la vida y de responder ante los retos que ésta nos plantea… Se trata de patrones diferenciados entre sí que pueden llegar a ser incluso opuestos entre ellos.

Dichos patrones generan lo que popularmente nombramos como “ruido mental”. Y es que, aunque nos vivamos de una forma bastante unificada, en realidad hay una gran diversidad en nuestra persona. Algunos autores han denominado estos patrones que cohabitan en nuestra psique como “partes”, “yoes”, “voces” o “subpersonalidades”.

Ello apunta a una realidad interna amplia y bastante menos estática de la que tal vez imaginábamos. Comencemos por abrirnos a la posibilidad de que en nuestro interior convive una gran familia en la que los miembros integrantes, al igual que cualquier grupo humano, tienen su propia personalidad y forma de entender “las cosas”.

También, al igual que cualquier familia, en nuestra “comunidad interna” existen aspectos excluidos (las llamadas “ovejas negras”), otros que llevan la voz cantante, algunos más valorados y otros que nos generan sentimientos de vergüenza o de temor.

Desde el paradigmo sistémico se hace más sencillo abrirnos a esta comprensión multidimensional de nosotros mismos. Este paradigma amplía la visión al reconocimiento de dos aspectos clave: la pertenencia y a la interrelación.

Dicho de otra forma, la comprensión sistémica de ser humano nos permite reconocernos como miembros de grupos o sistemas de los que somos parte, y en los influimos y somos influidos constantemente por los demás integrantes.

Así, por ejemplo, seguramente no nos cuesta reconocernos como parte de nuestra familia, y reconocer asimismo la influencia que hemos recibido de ésta. Podemos también darnos cuenta de nuestro papel en la misma. Quizás nos resulte aún más fácil tomar consciencia de cómo somos influidos e influimos en nuestra pareja, hijos, grupo actual de amigos…

Nuestra forma de ser está indudablemente influida por las personas con las que hemos tenido y tenemos un vínculo estrecho. ¿Es acaso posible comprender y conocer en profundidad a una persona sin tener en cuenta su contexto cultural? No, ¿verdad? Pues bien, cuando apelamos al medio de la persona (ya sea su familia de origen, sus “raíces”, su familia actual, sus grupos de referencia, etc.), estamos ampliando la mirada a lo sistémico.

De la misma forma, de “piel para dentro” también podemos desplegar una comprensión sistémica de nosotros mismos.

¿Acaso nuestro cuerpo no está conformado por billones de células que se mantienen en milagroso equilibrio homeostático?

¿Podemos afirmar que la célula más alejada del dedo de nuestro pie no tiene nada que ver con la última célula de un cabello?

¿Verdad que se hace evidente que somos sistémicos? De hecho, no ampliar nuestra mirada a lo sistémico nos relegaría a una perspectiva parcial y, por tanto, limitada.

Esta primera comprensión nos permite profundizar tanto en nuestra comunidad interna como en la externa, con el propósito de vivir relaciones más pacíficas.

Si somos sistémicos, ¿qué podemos hacer para contribuir a la paz en nuestras relaciones?

En un próximo post profundizaremos en ello y seguiremos desplegando interesantes claves para mejorar nuestras relaciones… las internas, y también las externas.

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