Vivir desde la consciencia

Tenemos en nosotros mismos lo necesario para transformar nuestras vidas: la base de esta transformación es la presencia consciente, pacífica y tolerante en el momento presente y trascendiendo el juicio.

El gran reto de la evolución en nuestro tiempo es pasar de la inconsciencia a la consciencia, desatarnos de la reacción para abrazar la respuesta y dejar de sentirnos “atrapados” para degustar la libertad.

Afinar la consciencia como vía de ser felices es un camino que iniciamos explorando otra forma de ver la realidad cotidiana, abriéndonos a la posibilidad de un autodescubrimiento inequívocamente insospechado.

El reto es vivir estando presentes en nuestra vida, habitándola en toda su intensidad, aún en circunstancias difíciles que también pasarán: es el camino de llevar la consciencia a todo nuestro ser.

En definitiva, la propuesta se asienta en el “ser” y no tanto en el “tener”, y constituye la esencia de la atención plena desplegada en el cuerpo, los pensamientos, los sentimientos, las relaciones y la acción.

Esta invitación nos permite descubrir que la experiencia desagradable se transforma cuando la conviertes en el objetivo directo de tu atención, cuando simplemente la atiendes sin huir ni luchar.

Mindfulness trasciende la práctica para alcanzar un modo de vida transformador que significa reconocer y conectar con cualquier experiencia a medida que emerge, nos conduce a estar presentes en la vida desde una dimensión de la conciencia que acoge y recibe lo que acontece en el momento en que lo hace, tal cual se presenta.

¿Sólo eso?

Pues sí ¡Nada más y nada menos que “eso”!

Resulta asombrosa la potencia que algo aparentemente sencillo puede desplegar: nos abre nuevos horizontes de conciencia y regala en poco tiempo paisajes de amplitud y quietud.

Conforme avanzamos en la práctica, una poderosa sensación de presencia crece en nuestro interior, al margen de las circunstancias externas.

Nos permite ir más allá del miedo, la preocupación y la ansiedad, cuando éstas aparezcan, experimentando plenamente el gozo por la vida, sea la situación la que sea: la inquietud deja paso a una paz profunda

¡Estaremos construyendo una mente feliz!

Notamos cómo la vida se enriquece y se potencia un sentido de sensatez básica, habitando en plenitud las pequeñas cosas de cada día que cobran un sentido nuevo.

Los retos “se vuelven más afrontables”, la incertidumbre “más aceptable” y notamos como otros cambios comienzan a “darse”: nos preocupamos menos por la autoestima, deja de condicionarnos la posibilidad de ganar o de perder, y las alabanzas y la culpa pasan a tener menor importancia.

En definitiva, toda una suma de cambios facilitará que hagamos frente a los desafíos de la vida cotidiana, viviéndola de forma más plena y feliz.

La conciencia es brillante, clara, sin prejuicios. Cuando vivimos desde ella en vez de desde la distracción, el cambio es enorme

¡Es como recuperar la vida!

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