Vivir la soledad al tiempo que estar en compañía

 

Conforme  avanzamos en la práctica meditativa, observamos cómo nuestra visión de la vida se ve impregnada de esencialidad y significado. Podemos preguntarnos si nos volveremos más solitarios e introvertidos a medida que practicamos, pero si bien esta nueva cualidad de lo profundo permite desprendimiento y mayor independencia, resulta evidente que no conlleva aislamiento.

En realidad, mientras que la soledad puede ser una bendición, el aislamiento puede suponer una patología. Podemos vivir la “soledad” y al mismo tiempo estar en compañía afectiva de otras personas. Y también, por el contrario, puede darse la paradoja de que aun estando físicamente con otras personas, nos sintamos aislados o desconectados emocionalmente.

La meditación logra una mirada cada vez más honda, y cuanto más profunda es dicha mirada, más permite recrearse en la sencillez y la belleza que late en las pequeñas cosas: una belleza cuya recreación atenúa el sentimiento de incompletitud y carencia que acompaña al ego del nivel persona.

¿Por lo interior e individualizado de su vivencia, no es la meditación una práctica un tanto egoísta?

No podemos eludir la distinción entre los sentimientos que aparecen en la capa superficial de nuestro ego, es decir, el nivel carencial y, por otra parte, los anhelos que brotan desde las capas más profundas de la conciencia que, por el contrario, se viven como anhelo generoso de ofrecer y expresar el amor que se ES.

Desde esta perspectiva, toda práctica contemplativa tiende a trascender la conciencia ordinaria y verse libre del ego, al tiempo que se sintoniza con el corazón profundo que no es otra cosa que Amor con mayúsculas. Un Amor que se manifiesta como vocación de servicio y anhelo compasivo de aliviar a todo ser vivo, incluido uno mismo, de forma indiscriminada.

Es por ello por lo que la práctica meditativa, aunque contenga rigor y disciplina en sus reglas, está siempre impregnada de amor y compasión como expresión directa de lo que somos en esencia.

“Comenzamos el camino con el amor que tenemos y finalizamos con el amor que somos”.

Consuelo Martín

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