Mente de principiante: la mirada de la inocencia
Recordemos que las Actitudes Mindfulness nos invitan a entrenarnos en una mirada hacia la experiencia desde una postura interna precisa. La propuesta es experimentar de un modo distinto al habitual el acercamiento a “lo que acontece”.
Las diferencias de esta manera de abordar la vida tienen que ver con observar no para juzgar lo que sucede, sino para aproximarnos con curiosidad; no para descalificar o arrinconar algunas de las experiencias, sino para cultivar una apertura que propicia que todo pueda presentarse.
Consiste en dejar de luchar contra lo que aparece, ensanchando el campo de nuestra aceptación; además, este cese de la lucha nos permite dejar de “poner esfuerzo” en que las cosas cambien, soltando nuestras expectativas y ese tipo de “esfuerzo”.
La mente de principiante es otra de las actitudes Mindfulness, presentadas anteriormente en otros posts y sobre las que este artículo hace una nueva incursión. Recordemos las actitudes Mindfulness en las que hemos profundizado hasta ahora: Aprender a soltar , Aprender a aceptar y Trascender el juicio
Recordemos que las actitudes Mindfulness se apoyan unas en otras y están profundamente interconectadas, de tal forma que entrenar una de ellas conduce a ensanchar las demás. Este despliegue no tiene por qué ser exclusivo del espacio dedicado a la práctica formal, por ello hablamos de un modo de relacionarse con la vida.
Solo cerrando las puestas detrás de uno, se abren ventanas de porvenir
Safo de Lesbos
La curiosidad o mente de principiante consiste en experimentar cada momento y experiencia como si fuera la primera vez. Con frecuencia traemos al momento presente nuestros recuerdos, expectativas y deseos, de modo que rara vez vivimos lo que acontece como un momento nuevo.
Decimos que en la mente de un principiante hay muchas posibilidades, alguien diría que “todas”, mientras que en la del experto sólo hay unas pocas. Introducir esta novedosa manera de mirar constituye un gran desafío, puesto que solemos opinar sobre todo lo que nos ocurre, aunque en el fondo algo nos diga que juzgar “deforma” la vivencia de lo que acontece.
Sólo esta curiosidad investigativa permitirá que descubramos matices que antes nos pasaron desapercibidos y que, atentos a lo que sucede en este preciso instante, vivamos desde el respeto aquello que se nos revela por primera vez.
En realidad, cada momento es único, y ser consciente de esto nos permite acceder a la experiencia directamente, libres de filtros mentales que presuponen que ya la conocemos.
Aunque hayas visto miles de veces una puesta de sol,
“esta” que ves ahora es única e irrepetible
Si hay una mente de principiante por excelencia, esa es la de un niño. Suele compartirse la sensación de añoranza y envidia que provoca la manera en la que los niños más pequeños viven el presente. Pero a menudo olvidamos que éstos lo hacen de modo no consciente.
Como adultos conscientes el reto quizá sea recuperar la capacidad de presencia de un niño, a la vez que somos conscientes de ello en ese preciso instante.
De la infancia también es característica la flexibilidad, no solo la física. A esa edad, los cuerpos y sendas neuronales se abren a la vida trascendiendo los “topetazos” con cada nuevo plano existencial, con la llegada de cada “dura realidad”. En los primeros años como adultos comenzamos a limitar nuestros movimientos y la cohibición va restringiendo nuestros canales energéticos y atencionales.
Según envejecemos, nuestro cuerpo deja de funcionar como solía hacerlo y encontramos más barreras en nuestra vida cotidiana. La inflexibilidad física a menudo está ligada a la neuronal. Esta falta de actualización hace que seamos menos eficientes y que encontremos limitados nuestros “movimientos de la cabeza”.
Sabemos que miramos con los “ojos de un niño” cuando conseguimos vivir las situaciones como oportunidades para nosotros y nuestro entorno, además de permitirnos novedades y cambios con confianza y aceptación.
Imagina cómo sería si pudieras realizar cualquier tarea que ahora te parece tediosa y desagradable con mente de principiante, abriéndote plenamente a la experiencia. Tal vez te sorprenderías de lo que descubrirías de ti mismo y de la experiencia en sí.
Ahora es el momento de iniciar, nunca tendremos todo a favor. Precisamente en momentos de crisis es cuando uno aprende a “surfear”, aunque la mente ponga mil excusas (no tengo tiempo, no es mi momento…).
La mirada de principiante nos ayuda a abordar cada experiencia como nueva, porque, de hecho, es nueva…
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Consultor en Mindfulness Transpersonal
Escrito por:
Carlos Borrachero
Consultor Mindfulness Transpersonal