La vocación de educar

¿Existen recetas para educar? ¿Existe un modelo de “padre o madre ideal” que podamos imitar? Corazón y cabeza han de estar “en coherencia” si queremos sembrar una Educación Consciente.

Cuando comprendemos que la educación es cosa del corazón y de la cabeza en armoniosa sintonía, encontramos una pista importante: ambos han de participar. Es evidente lo limitador de una paternidad / maternidad ejercida solamente desde uno de ellos o desde la desconexión entre ambos.

La coherencia cardiaca lúcida y consciente nos lleva a armonizar el amor con los límites, la disciplina con la confianza, al tiempo que empuja el despliegue y la evolución de nuestros hijos hacia la mejor versión de sí mismos.

La paternidad / maternidad consciente consiste en vivir el ser padres y madres como una “meditación en acción” que nos aporta gozo a nosotros y a nuestros hijos.

Se trata de aprender a gestionar mejor las situaciones estresantes que se dan en la crianza; también y, sobre todo, se trata de enriquecer desde dentro la experiencia de ser padres y madres.

El matrimonio Kabat Zinn sugiere algunas pautas muy concretas para la educación consciente y en sintonía con todas las dimensiones:

– Ponernos más frecuentemente a la altura de nuestros hijos.

– Estar dispuestos a aprender de ellos todos los días.

– Observarles con atención amorosa y mirada de principiantes.

– Poner los límites necesarios, pero soltando la necesidad de control desmesurada.

– Introducir pequeños ritos cotidianos conscientes que refuercen nuestros lazos.

– Estar presentes cuando les dedicamos nuestro tiempo, viviendo “el aquí y el ahora” con ellos, sin otras cosas que nos distraigan.

Despertarse por la mañana es la meditación del despertar. Cepillarse los dientes es la meditación de cepillarse los dientes. No hacerlo porque el bebé está llorando es la meditación de no cepillarse los dientes porque el bebé está llorando. Y todo así: vestir al niño, llevarle al colegio, ir a trabajar, cambiar los pañales, comprar, hacer arreglos, limpiar, cocinar… Todo forma parte de la práctica de la conciencia plena. Todo.

Jon y Myla Kabat-Zinn

 

 

La maestría en el arte de vivir

Además de “expertos” en conocimientos intelectuales de determinadas materias, sobre todo debemos ser verdaderos “maestros” en el arte de vivir.

La docencia es una tarea vocacional que enamora o se convierte en una gran fábrica de estrés para quienes la ejercen.

De hecho, nos encontramos con datos que reflejan el alto índice de ansiedad, depresiones o frustración entre los que se dedican a la enseñanza. Esto se debe a factores externos en los que no podemos incidir demasiado, pero también se debe a la manera de situarse ante ellos.

Educar no es “fabricar expertos”; fundamentalmente es acompañar el despliegue de seres integrados, seres que se conocen y se aceptan, cordiales con los demás y con el entorno, capaces de afrontar las situaciones difíciles desde un centro propio de calma interna.

Lo anterior es compatible, pero además refuerza la adquisición de los conocimientos necesarios en cada etapa del niño, la niña o del adolescente.

No se puede transmitir sabiduría y conocimiento a otra persona. La semilla ya está allí. Un buen maestro toca la semilla, permitiéndole despertar, germinar y crecer.

Thich Nhat Hanh

Educar, un acto de amor vocacional

Educar es un acto de amor y responsabilidad profundamente vocacional. Necesitamos recuperar la educación como “el arte de enseñar a vivir”, un propósito mucho más ambicioso y prometedor que la mera transmisión eficaz de conocimientos.

Incorporar la práctica de la Atención Plena o Mindfulness ayuda a docentes, padres y madres a vivir de una forma más conectada y sintonizada consigo mismos y con los demás, así como a alimentar la serenidad y la paz interiores para su vida y para su trabajo.

Desde esta presencia encontrarán también el modo de situarse ante las exigencias y el estrés que la labor educativa a veces conlleva.

Profundidad, serenidad interna, sabiduría para “estar con lo que surge”, tal y como aparece, apertura de corazón y mente, sintonía interna y capacidad de relacionarse con los otros. Todo esto es lo que esencialmente se puede transmitir a los educandos como realmente útil para sus vidas.

Mientras que los conocimientos y la información probablemente los olvidarán, los valores profundos que podamos transmitirles constituirán pilares de vida.

Hay muchos sistemas educativos que nos enseñan cosas que nos acompañan el resto de nuestros días, pero que resultan difíciles de aplicar en situaciones complicadas y de crisis, a menos que:

– Atendamos de manera clara a las experiencias internas y externas

– Sepamos tolerar el malestar emocional que genera observar nuestras crisis

– Aprendamos a relacionarnos compasiva y amablemente con nosotros mismos y con los demás

Si los niños desarrollan estas tres capacidades a través de la práctica de Mindfulness, podrán comprenderse y aceptarse a sí mismos y mejorar el mundo, transformándolo en un espacio colaborativo, inclusivo, pacífico y amoroso.

Susan Kaiser

 

 

 

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Educación Mindfulness