Educar es mucho más que instruir y que transmitir información acumulada en nuestra memoria. Educar es para el educador, reeducarse mientras descubre una realidad más amplia a través de los ojos del educando. En la labor educativa consciente, además del conocimiento académico, se tiene sobre todo en cuenta que la vida en sí misma es el escenario de aprendizaje.
La frustración surge en nosotros cuando expectativas y realidad no corresponden. Esto nos pasa con frecuencia y, por ello, cultivarnos en sostener los impulsos que nos traen frustración, resulta clave para nuestro desarrollo integral: aprender a convivir con errores, fracasos y crisis de una manera eficiente, acompañados de una mirada interna abierta a la ocasión y la prosperidad.