La Educación Mindfulness fomenta la responsabilidad compartida

 

Desde la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal aportamos nuestro propio enfoque en este contexto de búsqueda de nuevos paradigmas educativos: el de la Educación Mindfulness Transpersonal. Este rumbo hace una aportación significativa al señalar hacia la realidad esencial del observador, un ancla interior de identidad que resulta enormemente clarificadora para el desarrollo del niño. Nos lleva a recordar lo que en realidad somos, a la vez que confía en la necesidad de desarrollar un ego maduro, en lugar de anularlo.

Reconocemos que existe una necesidad de saber al menos cuáles pueden ser los principios generales que sustentan esta nueva visión, las nuevas reglas del juego educativo desde este enfoque, que recogemos en una propuesta de decálogo que pretende ser ajena a la idea de “mandamientos”, y más cercana a una serie de sugerentes propuestas de atención que pueden guiar la ineludible indagación personal de cada educador.

1. Educamos por lo que somos, aprendemos por lo que vivimos
2. Mantenemos un profundo estado de presencia
3. No tenemos que aparentar ser perfectos, basta con ser conscientes
4. Practicamos la escucha atenta, el respeto y la actitud amable
5. Sostenemos las emociones en lugar de reaccionar o reprimirlas
6. Reconocemos la individualidad del niño, aceptándolo tal y como es
7.Nos damos cuenta de nuestros juicios y los soltamos
8.Nos entrenamos en la vivencia y aceptación de ‘lo que es’’
9.Ponemos el acento de la labor educativa en la comprensión

10. La Educación Mindfulness fomenta la responsabilidad compartida

El fin último de una educación consciente es el de facilitar la generación de personas realmente responsables de sus decisiones. Es a partir de nuestras decisiones como construimos el mundo en el que vivimos.

La responsabilidad nos interconecta con la realidad, nos hace partícipes de ella. Mindfulness no busca un estado contemplativo de “desconexión” de la realidad, lo que resultaría evasivo.

Desde la dimensión más ética de mindfulness, nos hacemos más conscientes del gozo de ser útiles a los demás. Al mismo tiempo, nos hacemos conscientes de que nuestras aportaciones pueden contribuir a la armonía y felicidad de nuestro entorno.

Para llegar a ser conscientes de esta alegría de servir, tenemos que discernir con qué queremos realmente comprometernos y de qué queremos hacernos responsables.

No somos responsables, por ejemplo, de cumplir las expectativas que los demás depositan en nosotros. Tampoco somos responsables de cómo los demás nos interpretan y de cómo se sienten con nosotros. Necesitamos descargar la responsabilidad de los “encargos” externos, así como las deudas emocionales teñidas de chantajes más o menos sutiles.

Un educador mindfulness se hace consciente de estas posibles cargas y deudas que parten de sus expectativas.

La libertad es el fundamento de la auténtica responsabilidad. La consciencia, por su parte, es el fundamento de la libertad. En realidad, lo que mayor felicidad nos proporciona y más refuerza nuestra autoconfianza es el hecho de sentirnos capaces de responder, de forma sabia e inteligente, a los desafíos y retos presentes en nuestra vida.

La responsabilidad es sinónimo del desarrollo de la capacidad de responder de forma consciente. El coste de no realizar esta apuesta educativa será la de vivir en piloto automático; es decir, reaccionando a lo que nos sucede de manera inconsciente, y viviendo una vida que no nos pertenece.

Aprender a responder en lugar de reaccionar nos hace libres.

 

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